En un mundo donde el resultado final lo es todo, quiero detenerme a hablar del camino que se recorre para llegar al resultado: el famoso proceso, del que todos saben, pero pocos valoran realmente.
La ansiedad por llegar a la meta hace que muchas veces se desestime la importancia que tiene el proceso en las personas. Hay procesos lentos y tortuosos, pero llevan consigo un sinfín de aprendizajes y experiencias que determinarán tu vida.
Hay otros procesos simples y cortos: un pequeño trámite, un puente hacia el resultado. En este caso, el recorrido es tan insignificante que solo retenemos el momento final cuando alcanzamos el objetivo.
Sin embargo, si el proceso trae una sensación de orden y claridad, sensación de logro y emociones positivas, independiente de cual sea el resultado, quedará en el recuerdo una sensación positiva y llena de sentido. Quedará la sensación de haber aprendido y de haber disfrutado los diferentes momentos.
Ahora viene mi pregunta: ¿Cómo combinar un proceso armonioso y significativo con un resultado óptimo? ¿Es posible?
A estas alturas de mi vida creo que es difícil de lograr, pero no imposible. Pero para eso se deben tener claros los objetivos y el tiempo que se tiene para lograrlo. No se pueden apurar los procesos, cuando éstos involucran a las personas, sobre todo si estas personas no tienen claros los objetivos. En este caso, cundirá el estrés, la ansiedad y el desánimo. Y estas condiciones no son amigas de los resultados adecuados.
Es fácil perder el norte cuando tenemos la presión de demostrar algo en un tiempo corto, pero si nos organizamos, considerando los aportes de las personas involucradas realmente en los proyectos, podremos tomar decisiones más adecuadas en favor de las metas.
Las metas son importantes, pero el proceso suele dejarnos más experiencias significativas y herramientas para la vida.
Cuando el resultado no es el que se espera, es necesario un análisis profundo y los cambios deben hacerse presentes, pero sin perder la esencia que de algún modo nos motivó en primer lugar a intentarlo.
No es desconocido para nadie que la sensación de logro puede ser un ingrediente mágico en un proceso. Es ahí donde está nuestra tarea: ¿cómo incorporamos ese ingrediente en nuestro quehacer, para que cada agente del proyecto avance conforme y convencido de acuerdo a lo que se espera de éste?
Dejo esta pregunta para que quien lo lea se la responda en su fuero interno e intente vivir el proceso de manera armoniosa, extrayendo de las experiencias lo mejor para cada uno y poniendo el máximo de nuestro esfuerzo en entender, procesar y disfrutar el recorrido. Los resultados vendrán por añadidura.

Que buena reflexion. Creo que fue escrita para mi hijo mayor que cursa tercero medio y que este año se ha reencatado con el estudio. Esta realmente motivado , entusiasmado y disfrutando del proceso como dice el texto. Felicitaciones al Colegio.